Cuando tu padre es un monstruo

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A veces es necesario conocer historias que podrían llegar a conectarse contigo mismo, sobre todo cuando estas representan un escenario negativo en la vida. No para hundirse más en la negatividad de la situación, sino para recordar que no eres el único que está pasando por una situación similar, y a la vez para mantener esa esperanza de cambio que te mantendrá de pie.


No hay pautas exactas para definir a una mala o buena persona, pero bien podemos evaluar las acciones de ellas de manera objetiva y sin tener ningún tipo de desviación que afecte la conclusión. No podría decir dónde se encuentra el límite entre una persona que suele cometer malas acciones y una persona mala que tiene como naturaleza esparcir el mal. Además, es importante tener en cuenta que la imagen de un individuo siempre cambiará de persona a persona, ya que las mismas acciones no son tomadas con todos, por los que las variantes incrementan.
Sin embargo, esto meramente se tratará de las decisiones que uno como padre toma en relación a sus hijos, y las consecuencias en cadena que estas ocasionan y que a veces durarán de por vida. Me enfocaré en contar lo que se siente tener un monstruo como padre; no simplemente un mal padre que no sabía cómo manejar eso que llamamos criar hijos, no una persona ingenua que nunca se dio cuenta de la naturaleza de las acciones, no una persona que cometió errores y luego los rectificó… NO… Un monstruo, uno que sabía lo que hacía, sabía lo que ocasionaba, y aún así continuaba a la vez de innovar el arte de hacer daño.

-Querer vivir a través de otros-


Este tipo de casos son muy conocidos en todas partes, existe una deseo por cumplir los sueños que ellos tuvieron usando a sus hijos, la vida de sus hijos. No solo fue el hecho de querer controlar cada paso que daba, de dirigir todas y cada una de las decisiones que tomaba para lograr lo que él meramente anhelaba, sino el hecho de querer hacerme creer que esa meta era algo que yo quería, cuando en realidad nunca se me hubiera pasado por la mente durante mi vida. Pasa y resulta que cada vez que él intentaba meterme en uno de esos caminos ajenos a mí yo resultaba tener una idea opuesta a sus deseos. Desde algo tan básico como no tener gusto por los deportes, especialmente por el fútbol, hasta algo más relevante como el hecho de no querer estudiar una de las carreras que él desearía yo hubiera estudiado, pasando por entre las preferencias personales en las cuales su opinión no debería tener poder alguno. Siempre se encargo de presionar para que yo tomará decisiones no propias. ¿La razón exacta? No la sé, y me lo sigo preguntando cada día de mi vida.
Esto no acaba aquí, una vez ya teniendo ese pensamiento de que todo lo que estás haciendo con tu vida está mal porque aparentemente no está en armonía con lo que tu padre, la persona que se supone siempre quiere lo bueno para ti, piensa es lo más conveniente, llega el golpe final de este pequeño apartado: El hacerte creer que cada una de las decisiones que tomes y que estén en directo conflicto con su opinión es básicamente un signo más de que eres un completo fracasado como hijo. Que no importa lo bueno que en términos generales llegues a vivir, eso automáticamente se cancela debido a que la manera y los caminos que tomaste para llegar a donde estás no son los que tu padre hubiera querido que tomaras. Y vaya que se encargó de hacerme saber que su ideal de hijo no soy yo, que cualquier otra persona que se cruce en frente de nosotros es probablemente diez mil veces mejor hijo de lo que yo podría ser, solo por «respetar» más las ideas de sus padres.

A esto solo tengo que decir que siento algo de empatía (algo que él de seguro nunca sentirá en su vida cuando se trate de sus propios hijos) por el hecho de que él no haya sido capaz de vivir la vida como él la hubiera deseado, de estar parcialmente atado para poder hacer lo que realmente desea. O tal vez se dio cuenta de que la edad ya no le va a permitir realizar y alcanzar determinadas metas que siempre tuvo desde pequeño. Independientemente del trasfondo o la naturaleza de este tipo de comportamiento, nunca es lo correcto tomar el tiempo de los demás por motivos egoístas.


-Cuando eres la víctima universal-


Si bien algunos de estos apartados están conectados entre si, el presente ocupa de su exclusividad ya que sigue jugando uno de los papeles importantes en estos tiempos. Imagina que sin importar el contexto, el problema, o las personas que estén envueltas en la situación, tu siempre serás la víctima… Siempre. Esto es lo que exactamente es mi padre, una víctima universal, como si ese término lo pudiera poner en uso a cualquier hora del día para re-dirigir la atención a él. No importa que lo pequeña, irrelevante, o ajena que la situación sea, siempre va a ser la ocasión perfecta para ser la víctima.

Y aquí es cuando se deja de hablar de cosas racionales y empiezo a considerar seriamente la probabilidad de que haya algo psicológicamente mal con esa persona. Algunos de los momentos que más recuerdo fueron las veces de que el hecho de salir con amigos afectaba directamente los frágiles sentimientos de mi padre. En su mente, el yo salir con otras personas significaba que lo estaba haciendo a un lado a él, y que no apreciaba nada de lo que él me había ofrecido en la vida. Sin embargo, a pesar de la obviedad de la estupidez de la situación, siempre encontraba la forma de dar las excusas más incoherentes que he escuchado en la vida.

No puedes salir porque:


    –«Estoy muy cansado de trabajar, estoy sufriendo por lo agotado que estoy. No es bueno de tu parte estar teniendo diversión con tus amigos cuando yo estoy matándome en el trabajo» (Cuando yo mismo trabajaba para no tener que pedirle dinero en ningún momento. Y como si el hecho de él pasar largas jornadas en el trabajo era automáticamente un NO para mí cuando quería salir con amigos.)
    –«Sales mucho. Al parecer tienes mucho tiempo libre. Yo ni siquiera tengo tiempo de pensar en amigos porque tengo muchas cosas que hacer» (Como si el hecho de que él no tuviera amigos por falta de tiempo creara una prohibición para mí).
    –«Llegas muy tarde y yo no puedo esperarte toda la noche» (Cuando días anteriores él me había puesto los toques de queda a su gusto. No podía llegar después de las 9:30pm. A pesar de que él siempre se iba a dormir alrededor de las 11pm. Y esta frase dicha con la intención de hacerme ver como un ser egoísta que solo piensa en pasarla bien mientas su pobre padre se desvelaba).
    –«Tienes malas amistades» (Siendo que él no conocía NADA sobre las personas con las que salía. Y cuando lo hacía, parecía importarle menos que el color del coche del vecino).
    –«Si pasas tiempo con ellos, quiere decir que no quieres pasar tiempo conmigo» (Sin comentarios, esto tiene algo de verdad).
    –«NO» (Esta no puede faltar. Por alguna razón piensa que ‘porque no’ es una respuesta justificada. Como si el hecho de ser mi padre lo librara de eso que llamamos dar razones o argumentar).

No importa qué tipo de cosa pongas en la mesa, juro que él siempre va a encontrar la forma de ser la víctima, y lo hace con una destreza y rapidez impresionantes. Tal vez esa sea una de las causas por las que no sea capaz de crear lazos con nadie, a lo mejor esa es la razón por la cual sus puntos de vista siempre son amargos y negativos. Siento que ha de ser totalmente frustrante el pensar que todo lo que pasa en este mundo te tiene a ti como epicentro, y que todo te está constantemente lanzando rocas para herirte. Es depresivo el saber que en un futuro no vas a ser socialmente capaz de crear amistades, y que poco a poco vas a empezar a sentir lo que la soledad en su puro estado es. Debería recordar que una vez que sus hijos sean económicamente independientes, ellos tendrán la decisión de cortar lazos con su familia. No conozco a nadie que por voluntad propia y por gusto quiera vivir al lado de un ser tan tóxico.


-Ser sexista, xenófobo, homofóbico, racista y clasista es bueno… en mis términos-


Los puntos anteriores simplemente eran para preparaste mentalmente para lo que en realidad es de una persona naturalmente dañina. Todo mundo sabemos de antemano lo inmoral que los términos listados en el título de este apartado son. El problema con él reside en el hecho de afirmar que estos términos representan algo meramente erróneo, pero al mismo tiempo los pone en práctica bajo sus propios términos. Me pregunto de dónde habrá sacado las pautas para decidir qué pensar sobre esto, ya que sus ideas son tan confusas, que al juntar varias y ponerlas lado al lado simplemente se contradicen. Es una cadena interminable de hipocresía de la cual no hay manera de que él no sepa que existe… Simplemente la ignora.

Empecemos con el hecho de escupir frases y diálogos racistas frecuentemente. Desde niño, la constante exposición a chistes burlándose de las facciones de las personas asiáticas, del color de piel de las personas de color, la «incapacidad» de manejar autos de los asiáticos, las connotaciones negativas hacia las personas de medio oriente, etc. De todo un poco. Sigamos con los comentarios inapropiados que tenía hacia las mujeres, el clásico y enfermizo machismo que siempre trata de justificar con la tradición, como si algo que fuera tradición es automáticamente bueno o aceptable. Pasemos por entre los cientos de rechazos hacía personas que no se veían de una clase social media o alta cuando se relacionaban directamente con él o con sus hijos, sacando una baraja de estereotipos que me se de memoria. No hay que olvidar el hecho de mencionar lo asqueroso y repulsivo que es para él ver dos hombres tomados de la mano por las calles, como si eso lo hiciera reafirmar lo varonil que es y confirmara que es un hombre de verdad (Spoiler: Lo irónico aquí es que la única persona que nunca llegará a ser un hombre es él). Mantener su firme posición de que ser homosexual es lo más bajo en la existencia de un ser humano, cuando de antemano sabe que su hijo lo es, y tratar de encontrar un buen argumento en un libro religioso que nunca en su vida a leído completamente y del cual solo sabe el título.

Es lamentable ver estos casos en los que la gente puede tener una mente tan cerrada que los ciega completamente. Incontables veces se ha tratado de debatir el por qué estas acciones son inmorales y simplemente erróneas, pero la incapacidad de este individuo controla todo su ser y su mente. Qué triste estar alejando a los que se supone deben ser las personas más cercanas e importantes en tu vida por ideas que en ningún momento han encontrado un argumento válido. Tiene suerte de no ser una de esas minorías las cuales degrada. Aunque, pensándolo bien, muy pronto tal vez se una a esa minoría de personas 100% solitarias, las cuales viven los últimos años de su vida aislados de la sociedad y de lo que una vez ellos consideraron su hogar.

-Nunca nada es suficiente-


Entrando a terrenos más personales, debo mencionar que nunca estuve y nunca estaré seguro de lo que él considerará como suficiente. Desde pequeño dejó claro que hiciera lo que hiciera, siempre habría algo extra que podría haber hecho para ser mejor.
Me pregunto si en su realidad alterna en la que vive felicitar a aquellos que se merecen un reconocimiento está totalmente prohibido, porque en vez de eso lo que hacía (y sigue haciendo de vez en cuando) era mencionar lo mejor que otros son a comparación tuya, ya sea poniendo como ejemplo a otro miembro de la familia, o al más exitoso hombre de negocios del año. Tus logros pasan a valer cero porque no son lo mejor que este mundo a presenciado. Esa enfermiza idea de ser lo mejor de lo mejor y la competividad ante todo simplemente infectó mi vida por años, haciendo que en cierto punto pensara que eso era lo correcto. No quisiera ni siquiera tratar de pensar en las personas que lastimé, las amistades que dañé, y los momentos que no disfruté por el constante recordatorio de que siempre hay que ser mejor que los demás. Agradezco que ya no sea tan ingenuo como lo era antes como para dejarme llevar por ideas que un pobre individuo que decidió ser padre escogió enseñar a sus hijos.
Estoy feliz de reconocer los buenos logros a pesar de llegar cada día a casa para ser dicho lo insignificante que soy cuando me paro al lado de otras personas.

-Y entonces… El perdón perdió valor-


Es la cúspide del problema. El punto por el cual mi opinión sobre él está sellada. Una cosa es haber cometido un puñado de errores, darte cuenta de ellos, reflexionar, pedir perdón a aquellos que dañaste y luego trabajar en arreglar lo necesario para no volver a cometer los mismos actos, y otra cosa es darse cuenta de los errores, sacar excusas del bolsillo y ofrecer una disculpa que más bien parece una sentencia otorgándote la culpa por todo… Y continuar cometiendo los mismos errores. Nadie debería tener respeto por aquellas personas que son incapaces de darse cuenta del mal que hacen, de los errores que cometen. La inhabilidad de la auto-crítica te convierte poco a poco en un monstruo que toma excusas como justificaciones y que se da a conocer como la víctima. Esto aunado con la promesa de cambio que se convierte en un sueño imposible de alcanzar, algo que solo se podrá imaginar pero que nunca se podrá experimentar en carne propia.

Desde aquel punto su perdón perdió por completo su valor, porque en realidad se siente obligado a darlo, no nace de él. Esa pequeña costumbre de acudir a escapes infantiles para evadir la verdad cansa a los demás en algún punto. Es trágico no haberse dado cuenta antes de que no tenías la capacidad de ser un padre, y no necesitabas pasar por todo esto por el simple y sencillo hecho de hacer lo que los demás hacían. Un error muy grande. Un error muy grande cometido tres veces. Formar una familia no fue y nunca será un requerimiento para tener una vida plena, y él es el claro ejemplo de que hacer algo que en el fondo no querías lo terminó por hacer considerar a sus hijos como un adición a él, como sub-seres humanos que funcionan con base en los controles que el maneja.

Unos pocos meses atrás recapitulaba los años de vida que he tenido, ya que me hallaba en un estado deprimente en general. Las horas de reflexión me dejaron con muchas cosas de las cuales no me había dado cuenta anteriormente. Una de ellas se quedará conmigo por un largo tiempo. Me di cuenta de que en realidad nunca había tenido problemas serios con nadie, nunca había tenido riñas relevantes con ninguna de las personas con las que me ha tocado convivir, nunca he odiado a nadie con todo mi ser, nunca he considerado a nadie mi enemigo… A nadie excepto a él.

Pero al final de todo esto puedo sacar algo de provecho, así como todos aquellos que se sientan identificados con este relato: «Hay muchas cosas que quiero ser en la vida, ninguna de ellas es ser algo remotamente parecido a él».


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