Detrás de un Colegio Católico y un Pueblo Encadenado por Religión

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El haber nacido en un pequeño pueblito al sur de México con alrededor de 12,000 habitantes tiene sus ventajas y desventajas. Sin embargo, el haber nacido en un pueblo donde “todos conocen a todos” tiende a involucrar sucesos que podrían ser descritos como increíbles y rumores inimaginables que surgen de rincones oscuros que nunca nadie encuentra. Aunado a esto está la constante propaganda religiosa que influencia todos los aspectos del estilo de vida del aislado municipio, acrecentando el hambre por control de acciones y aislando a aquellos que se atrevan a cuestionar tradiciones, opiniones populares y autoridades religiosas. Cualquiera podría estar familiarizado con un lugar donde la gente tiende a ser religiosa, pero no todos tienen la oportunidad de experimentar el vivir en un pueblo donde la misa no acaba en la iglesia, sino que se extiende a las escuelas, comercios, casas y calles. A continuación, algunas historias que describen mi experiencia en un pueblo intoxicado por el fanatismo religioso.


• Cuando una familia conservadora se clasifica como liberal radical


A pesar de venir de una familia mayoritariamente católica, actividades como ir a misa, celebrar cada una de las festividades religiosas, apegarse a los estándares de la iglesia y estudiar el evangelio nunca fueron una prioridad; de hecho, son pocas las veces que recuerdo haber rezado en familia o haber leído la biblia en grupo (lo cual agradezco). Lamentablemente, debido a que mis padres venían de ciudades grandes con un ambiente social más liberal (o menos conservador, dependiendo del punto de vista), ellos no pensaban que adoctrinar a sus hijos desde pequeños era algo necesario, causando cierto rechazo y cientos de pensamientos prejuiciosos en contra de los valores familiares que yo tenía frente a mis compañeros de clase y las personas que conocía fuera del ambiente escolar.

Verán, ese pueblo (no diré el nombre del pueblo, pero estoy seguro de que leer este artículo e investigar un poco será más que suficiente para descubrirlo) fue fundado después de la conquista española y bajo el control de personas que tenían como propósito enseñar el evangelio. Las bases del pueblo eran católicas y el estilo de vida de aquellos pioneros eran apegadas a puntos de vista que hoy en día suelen ser catalogados como extremadamente religiosos, casi llegando al fanatismo desenfrenado. Debido al tamaño del lugar, su locación, y el hecho de no ser influenciado por movimientos sociales en siglos por pasar, los habitantes nunca perdieron ciertas características que los definirían por el resto de sus vidas. Temas tabú de los cuales nadie nunca habla, reglas irracionales impuestas a habitantes que solo tenían raíces religiosas y no legales, el constante bombardeo de propaganda religiosa con el fin de atraer más feligreses a las actividades religiosas y encadenar a los que ya estaban en ellas y las altas expectativas que los padres ponían sobre sus hijos eran la fórmula perfecta para crear una burbuja tóxica, con veneno que lentamente te destruye por dentro y para el cual solo tienes dos opciones: resignarte a dejar que la iglesia y sus actividades formaran parte de tu día a día en todos los aspectos que ellos crean convenientes, o mudarte.

Objetivamente, mi familia en aquellos momentos era conservadora, guiada por ideales cristianos que habían surgido de generaciones pasadas. Pero en los ojos de aquel pueblo, no éramos los suficientemente adeptos, no mostrábamos el nivel de fervor esperado. He aquí una lista de algunas de las cosas que eran vistas negativamente por la mayoría de la gente. Esta primera parte solamente incluye cosas que te costarían recibir un mal comentario o una opinión no muy favorable:

  • No ir a misa todos los domingos o por lo menos una vez a la semana: Algo que en lo personal es evidente, tomando en cuenta que la norma era estar en misa el mayor número de horas posible.
  • Comentar algo negativo de alguna autoridad religiosa: Decir algo negativo de alguna consagrada, de un padre, de alguna persona que se considerara parte esencial del funcionamiento de la iglesia te traería negatividad. Tomaban esos comentarios, a pesar de ser objetivos, como traición, ya que ante los ojos de la mayoría de los habitantes el padre y las consagradas eran individuos bendecidos por la gracia del señor que no podían ser criticados.
  • No ser parte de los eventos religiosos: Parecido al punto anterior, era comprensible el hecho de no poder participar en algunas de las festividades o eventos religiosos, pero el no hacer por un periodo de tiempo prolongado podría generar problemas en otros círculos sociales que te considerarían un individuo que no acepta al señor, significando alguien que pone en peligro la estructura en la cual ellos han vivido por siglos.

Lo anterior puede parecer algo leve. La razón es que decidí dividir la lista en dos partes. Esta segunda parte contiene las acciones que no solo generarían malos comentarios, sino que provocarían peleas, discusiones y hasta actos en contra tuya en círculos sociales que, se supone, no tienen que ver nada con la iglesia o la religión (trabajo, amigos, escuela, gobierno):

  • Cuestionar nociones populares que se consideran base de un estilo de vida cristiano: No puedo contar con exactitud el número de veces que me metí en problemas por cuestionar cosas que se enseñaban en la escuela (no por malicia o por ganas de generar problemas, sino por curiosidad). Pareciese que el utilizar la mente para esos temas era prohibido, ya que el hacerlo terminaría en una larga conversación con alguno de padres o alguna de las consagradas de la escuela.
  • Sugerir que existe la posibilidad de no ser cristiano: Nunca conocí a alguien que se considerara afiliado a otro tipo de religión, nunca conocía a alguien que dijera que no creyera en dios, nunca me topé con alguien que aceptara a otros con diferentes creencias sin primero dejar claro que son “diferentes” a los demás. Crecí en un lugar donde me forzaron a internalizar la idea de que ser diferente es defectuoso ante los ojos de la religión. Me envenenaron y me ofrecían el antídoto antes de colapsar repetidas veces.
  • Apoyar alguno de los movimientos sociales: Apoyar el movimiento LGBTQ, libertades para mujeres, libertad de género, aborto legal, aceptación de otras religiones y matrimonios de personas con diferentes creencias eran todas causas de exclusión total. Nadie sabía lo que los demás pensaban del tema, porque el siquiera susurrar media palabra en relación a eso traería una ola de acciones y comentarios en contra tuyo con el fin de demonizarte y desacreditarte. No vi muchos casos de estos, pero los pocos que recuerdo con detalle fueron suficientes para silenciarme por varios años. Esto sin mencionar que las consecuencias serían catastróficas si no solo apoyarás a las causas arriba mencionadas, sino que fueras parte de ellas.

• Colegio católico con sabor a pecado


Por si la situación no fuera lo suficientemente frustrante con el simple hecho de vivir en un lugar como ese, tuve la triste experiencia de asistir a un colegio católico por alrededor de ocho años (Preescolar y primaria).
Es sumamente importante denotar el grado de admiración propia que la escuela se tenía, esto debido en parte por ser fundada y apoyada por Los Legionarios de Cristo, un instituto religioso de la iglesia católica romana que en aquellos tiempos se caracterizaba por aparentar ser un oasis para aquellos que quisieran ayudar a propagar la palabra del señor.

NOTA: Recuerden a los Legionarios de Cristo, van a jugar un papel muy importante más adelante.

Es importante mencionar los aspectos negativos y los aspectos positivos del colegio, esto para ser justos. Por lo tanto, empezaré por escribir una lista con las cosas positivas en relación a la institución educativa:

  • El nivel académico: A pesar de que el plan educativo incluía varias clases dedicadas completamente a enseñar temas religiosos, el nivel académico sobresalía en relación a las demás escuelas del pueblo, poniéndola delante de la mayoría de las escuelas tanto públicas como privadas de la región.
  • La locación: Debido a que han pasado treinta minutos y no he podido pensar en otra cosa positiva, diré que un aspecto favorable era el hecho que la escuela estaba a prácticamente unas cuantas cuadras de donde vivía. Algo es algo.

Ahora, los aspectos negativos del colegio que tienen una correlación con el nivel tóxico de religiosidad de las personas que se encargaban de administrarla:

  • La inhabilidad de tener una opinión fija en temas sociales: Los directivos (que por cierto eran exclusivamente padres y consagradas) eran incapaces de dar una opinión en relación a eventos sociales que ocurrían en el país, especialmente cuando se trataban sobre derechos humanos o temas que la religión no favorecía. El problema no era que daban un comentario negativo o desafiante, el problema era que no abrían la boca en ningún momento y pretendían que el evento nunca pasó, pensando que al ignorarlo los alumnos harían lo mismo.
  • La inexplicable falta de fondos, y la rutinaria compra de lujos: Me gustaría saber la razón por la cuál ciertas cosas en relación a la forma en que el colegio operaba eran sospechosas. Al ser una escuela privada, la colegiatura era ridículamente alta, y aumentaba periódicamente. Sin embargo, esto se puede comprender, ya que uno pensaría que es necesario para mantener las instalaciones (las cuales no eran tan grandes pero albergaban a un número considerable de alumnos). El problema empieza cuando a estas colegiaturas se les aúna la obligación de proveer a la escuela con todo tipo de materiales: desde papel de baño, hasta hojas para impresora, pasando por lapiceros, plumones, jabón y en algunos casos hasta medicamentos para el botiquín escolar. Uno pensaría que la colegiatura que todos los alumnos pagan se gastaría en todo lo anterior mencionado, pero como es evidente ya no era necesario, ya que los propios alumnos suplían a la escuela con todo lo requerido para el año escolar.

Seamos objetivos y pensemos un poco sobre todas las fuentes de ingresos que el colegio tenía: las colegiaturas, las ventas de libros para todos los grados, la venta de uniformes para todos los grados, las comisiones por ser parte de eventos escolares, las ventas generadas de la cooperativa escolar, eventos con el fin de vender comida para recaudar fondos, viajes escolares y venta de clases para la preparación de la primera comunión. Es difícil pensar que después de listar todas las fuentes de ingresos, y restar todos los gastos evitados en materiales escolares, la administración de la escuela decida anunciar un aumento en la colegiatura por “falta de recursos”. Pero estoy seguro de que tiene una explicación razonable, no es que crea que existieron actos de corrupción o desvío de fondos. Por cierto, estaba enamorado con el auto de lujo que el director (un padre) tenía, con los constantes viajes a Europa y otros continentes que las consagradas se permitían tener, y las impecables instalaciones del club del que la escuela formaba parte (Un club con canchas deportivas, salones de juego y espacios verdes que usaban para eventos. Suena bien, pero era casi imposible ser permitido en las actividades sin antes sentarte con un padre que trataba de encaminar tu futuro hacía el sacerdocio).


  • Los estúpidos reglamentos y códigos establecidos por la escuela: Con tan solo anunciar este apartado ya estoy rompiendo dos reglas del colegio: decir maldiciones (si, palabras como “estúpido” y “tonto” eran consideradas malas palabras) y cuestionar las reglas de la escuela, lo cual me hubiera metido en serios problemas con los directivos y con mis compañeros de clase. Eso ni siquiera es una parte significativa de la imagen completa, el resto de las prohibiciones incluían cosas como: Vestir calcetines que no sean grises o blancos, vestir cualquier otra cosa que no sea parte del uniforme escolar, incluyendo desde pulseras hasta chamarras, jugar con tazos, jugar con muñecos de acción que sean considerados “del demonio”, acercase a personas del sexo opuesto mucho, tener un corte de cabello que no se apegue a los permitidos por la dirección, tener las uñas largas, cruzar las piernas mientras se está sentado, poner en duda lo que el docente dice, usar maquillaje en general, usar accesorios para el cabello que no se apeguen a los aceptados y demostrar desinterés en las misas que la escuela ofrecía en sus instalaciones. Violación de cualquiera de esas reglas te metería en problemas con la administración.

Por eso y muchas cosas más, el tener que ir al colegio cinco días a la semana para después salir después de clases a una sofocación total por la misma mentalidad era exhaustivo, sin mencionar que la mayoría de las veces no había una explicación detrás de cada una de las reglas. Es decir, había la sugerencia de que las reglas fueron establecidas por un grupo de personas sin una razón coherente.


• El escándalo que silenció a todos


Marcial Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo, nacido en el pueblo donde vivía en aquel entonces, sacerdote mexicano que fue idolatrado la mayor parte de su vida y, detrás de escenas, abusador sexual.

En 1997, ocho ex miembros de la institución religiosa le enviaron una carta a Juan Pablo II donde exponían a Marcial Maciel como abusador sexual. ¿La reacción de la iglesia? Retirarlo de sus cargos e investigarlo. Es interesante que tiempo después decidieran abandonar la investigación debido a la edad avanzada de Marcial y su quebrantada salud. Una gran excusa para tratar de esconder la intención de callar a las víctimas e ignorar los actos criminales. Independientemente de los constantes intentos de tapar el sol con un dedo, Los Legionarios de Cristo reconocieron los abusos sexuales de Marcial al igual que a los hijos que él había tenido a escondidas. Lamentablemente está aceptación ocurrió en 2010, dos años después de la muerte de Marcial. Un gran ejemplo de justicia divina.

¿Qué conexión tiene esto con la historia? Buena pregunta. El desarrollo de este escándalo dejó expuesta la hipocresía del pueblo y la complacencia del colegio de continuar venerando a un abusador sexual aun cuando las investigaciones en contra de él estaban en proceso.

Podía sentir cómo tomo mundo pensaba sobre la situación cada que una nueva nota salía en la noticias, cada vez que una nueva pieza de información se hacía pública. Me preguntaba por qué todo mundo fingía que nada de eso estaba ocurriendo, como eran capaces de poner una sonrisa forzada en su cara cada vez que los periódicos de la región ponían en evidencia los actos criminales de una de las personalidades más influyentes no solo de la iglesia, sino del pueblo. Presencié la caída de uno de los pilares de la estructura religiosa del pueblo y la ignorancia de los habitantes que les permitía seguir con sus vidas sin siquiera decir una palabra con respecto al tema.

En la escuela, mencionar el nombre de Marcial cada vez se acercaba más a la prohibición. Cualquier alumno que preguntara sobre la veracidad de las acusaciones era llevado a la dirección, cualquier maestro que opinará sobre el tema era misteriosamente destituido, y cualquier padre que mencionara el tema era puesto en ridículo por el resto y considerado traidor. La única forma de hablar sobre Marcial era a susurros con personas que se resistieran a acusarte en frente de los demás.

Para mí, este fue uno de los puntos culminantes. No quería seguir viviendo en un ambiente donde se te condena por tener el cabello largo, y se te agradece por mantener el silencio en unos de los casos de abuso sexual en la iglesia católica más polémicos. Un lugar donde atreverte a pensar y cuestionar los estándares es imperdonable, pero ser crédulo y seguir ciegamente a las autoridades religiosas sea un signo de dignidad y valor. Un pueblo donde ser homosexual te garantizaría actos de violencia extrema en tu contra, pero ser un padre corrupto y un criminal mantenga tu trono de ídolo impecable.

Es ahí cuando me di cuenta del daño de la religión, de las consecuencias que inevitablemente una sociedad que nunca estuvo expuesta a otras ideas y que nunca estuvo abierta a preguntas sufrirá. Reconocí que toda mi formación había estado fundamentada en ideales que no sobrevivían al uso de la lógica y la ciencia, provocando una interpretación del mundo que prometía ser justa y beneficiosa pero que en realidad era defectuosa y excluyente. Me pregunto que habrá pasado por la mente de los directivos de la escuela y los integrantes del gobierno municipal cuando la noticia salió a la luz por primera vez. ¿Sintieron la revelación que yo sentí y decidieron callar o pensaron simplemente en defender hasta la muerte su sistema de ideas que cada vez se veía más debilitado?


• Si quieres escapa, si no puedes… Regresa.


Es lo suficientemente deprimente el tener una idea detallada de cómo era la vida en un lugar como ese, donde no tenías una exposición directa con el mundo exterior y donde la curiosidad se veía como irreverencia; y aun así, todo se puede poner mucho peor.

Tuve la oportunidad de relacionarme con un grupo de personas que constantemente demostraba los daños que el ambiente les había ocasionado en su vida. Jóvenes que habían terminado la preparatoria tenían muy pocas opciones para decidir lo que harían en la siguiente etapa de su vida: estudiar una de las pocas carreras ofrecidas en una de las instituciones educativas del pueblo (si, era parte del colegio católico), no estudiar ninguna carrera y empezar a trabajar en alguno de los muchos negocios familiares o aventurarse a una de las ciudades grandes para estudiar la carrera que deseaban. Esta última opción representaría un gran desafío para la mayoría, y no por las razones que uno imaginaría.

Los jóvenes que decidían salir del pueblo y vivir por un tiempo en una ciudad grande para asistir a la universidad se encontraban con dos grandes problemas:

  • Las ciudades grandes tienden a ser más liberales que las pequeñas poblaciones, por lo que sus creencias se veían en peligro y su salud mental se veía afectaba por la constante exposición a ideales completamente ajenos a los que ellos tenían.
  • A menos que vivieran con familiares, se veían obligados a ser más independientes, lo que les ocasionaba un conflicto interno ya que toda su vida hasta ese punto habían estado acostumbrados a una manera particular de ser tratados y de relacionarse con los demás. Lo anterior creaba un problema serio ya que, en la vida real, existe una variación en la forma en que la gente interactúa, diferentes estilos de vida y un gran número de personas que deben coexistir unas con otras a pesar de sus notables diferencias.

Todo esto y mucho más terminaba por desanimar a la mayoría de los que se atrevían a expandir sus conocimientos y conocer otros lugares. Los resultados variaban de persona a persona, pero normalmente los individuos terminaban por regresar al pueblo, unos después de terminar su carrera, otros antes, ya que no habían resistido. La sociedad en la que habían crecido les había provocado dificultades al tratar de adaptarse a otros ritmos de vida. Para algunos, el haber crecido en ese pueblo los había condenado a una vida en él, por el miedo al cambio y el repudio a creencias diferentes.

Después de terminar la primaria mi familia decidió mudarse a otra ciudad, dejando atrás toda la negatividad y ambigüedad de las acciones del pequeño pueblo, dándome la oportunidad de abrirme a otros y empezar a procesar ideas objetivamente y sin depender en interpretaciones bíblicas u opiniones de miembros de la iglesia. Por fin pude respirar un aire de tranquilidad y armonía, por primera vez en mi vida me di la oportunidad de hacer lo que yo haría, no lo que alguien más espera que haga.


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