Amistad de Una Noche
Esto es algo que he vivido unas cuantas veces pero que no había etiquetado como Amistades de una Noche sino hasta ahora. Me parece fascinante cómo a veces la forma en la que interactuamos con otros puede salirse de los estándares y aún así no ser lo suficientemente visible para que nos demos cuenta de lo extraordinario que ese momento representa.
Estaba vagando en un centro comercial una tarde. Había decidido ir sólo al ver que no tenía a nadie a quien invitar. Siendo totalemente sincero, no me estaba divirtiendo, pero tampoco sufría el momento. Entraba a tiendas solo para salir poco tiempo después sin propósito. En mi mente sabía que para difrutar ese tipo de salidas se ocupan de al menos un objetivo en específico (Hacer determinada compra o visitar determinado lugar) o de alguien con quien vagar sin rumbo se conviertiera de en un futuro recuerdo grato.
Las estrellas y las constelaciones hicieron que terminara mi día con una meta en la mente: Tener amigos con quien salir (Lo cual, ahora que lo escribo, suena trágico, triste y depresivo). Sin embargo, mi círculo social era inexistente, mis conexiones eran limitadas y los grupos sociales de los que formaba parte no habían funcionado anteriormente, por lo que no podía recurrir a ellos de nuevo.
Terminé por descargar una aplicación que servía para conocer a gente que vive en tu ciudad o en las ciudades vecinas, un Tinder… Pero no con propósitos románticos. Como soy parte de la generación de las redes sociales tenía que honorar de alguna forma el hecho y qué mejor forma de hacerlo que intentar encontrar gente, a través de mi celular, con la cual poder interactuar en vida real.
Mis expectativas: Bajas.
Los resultados: Inesperados.
Pasa y resulta que no, la aplicación no era un fraude en ningún sentido. Terminé por conocer gente con la cual salí como amigos, y de esas salidas fue de donde nació el término “Amistades de una noche”. Y en vez de dar una definición concreta creo que la mejor manera de explicar lo que significa es contar una de mis experiencias:
El chico de las estrellas
Era un viernes, habíamos planeado ir a un observatorio a dos horas de donde vivíamos. Ambos salíamos ese día temprano del trabajo, por lo que teníamos una ventana de tiempo considerable para disfrutar del observatorio y sus atracciones (Ninguno de los dos lo había visitado antes). No recuerdo quién exactamente había tenido la tan inusual idea de escoger ese tipo de destino para el primer día conociéndose, pero debo aceptar que la idea le da sentido poético al resto de la historia.
Para crear un poco de contexto, en aquel tiempo tenía 18 años, por lo que tuve que avisar en mi casa que iba a salir. Mi situación tanto personal como social no era buena en ningún sentido. Tenía constantes problemas en casa que me estancaban como persona. Sentía cómo me ahogaba minuto a minuto mientras estaba en mi habitación y pensaba que una de las posibles soluciones era conocer más gente con la cual poder salir y explorar actividades que no había tenido el lujo de conocer debido a mi limitada vida social. Y ese día, el observartorio con mi potencial nuevo amigo, era la oportunidad perfecta que consideraba tan especial que suponía que no tendría la suerte de vivir de nuevo.
El tráfico no era tan pesado, y el clima era perfecto. El chico con el que iba platicaba sobre su experiencia en el sevicio militar de su país (Él es de Corea del Sur) mientras yo respondía a todas sus preguntas acerca de las diferencias entre Corea y donde yo había crecido. Las dos horas de viaje parecieron más como veinte minutos de una charla entre amigos de toda la vida a pesar de que técnicamente lo había conocido el día anterior en la aplicación. Al día de hoy, no he conocido a nadie con el que se me haga tan fácil conversar.
Llegamos al observatorio y todo iba perfectamente bien, mucho mejor que el plan original. Habíamos tenido que estacionar el auto a unas calles del observatorio debido a la cantidad de visitantes, pero la caminata de veinte minutos no pareció molestarnos en lo absoluto, no habíamos parado de platicar, y en mi mente me daba cuenta que nunca antes había hablado tanto con alguien de aquella manera. Pasamos de hablar de las diferencias del sistema educativo a películas animadas, seguido de los mejores soundtracks de todos los tiempos.
Lamentablemente, todo se vino abajo en unos pocos segundos. Habíamos pisado la entrada del observatorio unos minutos antes cuando recibí una llamada de mi casa exigiendo que regresara de inmediato a pesar de haber tenido el permiso de salir (Problemas de comunicación con mi familia). Y, siendo la persona que soy, este tipo de percances familiares me frustan mucho, ya que tiendo a conectar mi situación social con los problemas que surgen en casa. La felicidad y ánimo que rara vez suelo presentar se fue a los suelos y de un segundo a otro el día que iba a la perfección se convirtió en una precuela de una pesadilla que tomaria lugar más tarde.
Ya estaba acostumbrado a recibir ese tipo de llamadas llenas de amenzas difrazadas de amigables recordatorios. Ya estaba 100% acostumbrado y aún así el terror interno que me causaban era tan auténtico como el de la primera vez. Tenía que regresar a casa, mi infierno en Tierra.
El chico entiendió la situación, de hecho mucho mejor de lo que esperaba, pero aún estaba apenado por haber ¨arruinado¨ la salida. Minutos después de la llamada nos encontrabamos caminando de vuelta al carro, en la noche, bajo las estrellas. Yo todavía consternado por lo que me esperaba en casa y claramente dejando mis preocupaciones relucir.
-Entiendo lo que estás pensando en este momento – Me empezó a decir mientras cruzabamos una calle.- Yo tuve muchos problemas con mis padres también cuando era más joven. Ahora que me pongo a pensar sobre todos esos momentos me doy cuenta que el haberme mortificado a aquel nivel por cada una de las discusiones que teníamos nunca valió la pena.- Paró un momento para darme una palmada en la espalda.- No te conozco mucho, no soy muy bueno con las palabras, pero te intentaré decir algo que espero te ayude.
Aligeramos el paso inconscientemente mientras el chico me daba palabras de apoyo.
-Debes ver que lo que estás haciendo no está haciendo dañó a nadie.- Continuó.- A veces gente cercana a ti va a intentar arrastrarte e insultarte cuando se dan cuenta que eres capaz de crear lazos con otros. Eso es lo que pasó conmigo. Mi familia tenía miedo de que alguien más fuera tan cercano a mí como ellos; lo irónico de todo es que ellos al intentar evitar que eso pasara terminaron por separarme más de ellos. No entiendo… no se si ellos estaban totalmente conscientes de lo que hacían, pero lo hicieron. Y lo están haciendo contigo.
Nos estabamos acercando cada vez más al carro, mi celular ahora vibraba al recibir mensajes de mi padre cargados con signos de exclamación y palabras en mayúscula.
-Todo va a pasar. Tú no eres tan malo como ellos te pintan, y tú lo sabes. Si algo quiero recomendarte es no tener miedo de separarte de gente que consideres tóxica. Te podrán decir que sin ellos tú estarías en soledad. Pero yo te digo que sin ellos… Tendrías la libertad de estar solo cuando quieras y con quien quieras.- Abrimos la puerta del auto y entramos.- Al final, como te dije, no estás haciendo nada malo… Solo queríamos ver las estrellas.- El chico alzó la mirada viendo a través de la ventana del auto.- Yo las puedo ver desde aquí, creo que el observatorio vino sobrando. ¿No lo crees?
El viaje de vuelta fueron uno de los momentos en los que me he sentido más en paz durante toda mi vida. El chico puso música de los 90´s mientras me decía datos interesantes de los cantantes y agrupaciones. Por esas dos horas me olvidé de lo que me esperaba en casa.
Claro, lo inevitable ocurrió. Pero esta vez no me afectó, la primera vez que resulté emocionalmente ileso.
Y como toda historia trágica, llega el momento triste (Exacto, nada de lo anterior califica como triste a comparación de lo que se viene). El chico fue promovido en su trabajo a primera hora del Lunes, teniendo que mudarse a Chicago con tan solo unos días de aviso. Nunca más nos hemos vuelto a ver.
Pero a pesar de todo, esa amistad de una noche es mucho más valiosa que el 98% de todas las amistades de meses o hasta años que he tenido en mi vida. Él logró crear una conexión en tiempo récord y me dió palabras de apoyo que hasta el día de hoy recuerdo, algo que rara vez alguien hace por mí. Él logró ser mi amigo justo cuando ocupaba de uno, a pesar de las limitaciones del tiempo.
Y es así… Como una amistad de una noche llega a tener más valor que cualquier otra.